La receta de las auténticas Hojaldrinas Caseras que se deshacen en tu boca

Días cortos, aroma a estufa de leña y un aro del inodoro que se adhiere a la piel como una lengua húmeda a una cubitera son indicativos de que, queridos lectores, nos hemos dado de lleno con diciembre. Y ya sabéis lo que toca en estas fechas: ¡dulces! La navidad está tan sólo unas semanas y desde hoy nos ponemos manos a la obra para que no haya visita que salga de casa sin dar arcadas, suplicando por una tónica y un lavado de estómago con carbón activo. Y es que somos como las abuelas: ¡nos encanta veros comer!

Llevábamos tiempo con ganas de elaborar esta receta muy, muy económica, jugosa y sencilla con la que Hermana Osa ha estado cebándonos desde hace algún tiempo, y a la que nos hemos visto obligados a mantener maniatada y amordazada en nuestro trastero hasta que finalmente ha confesado. ¡Que viva La receta de las auténticas Hojaldrinas caseras que se deshacen en tu boca! Y recordad: ...nunca... nunca nos neguéis una receta... nunca...

¡Qué grandes las hojaldrinas! Esos dulcecitos hojaldrados que se comen en un par de bocados. Curiosamente la masa de las hojaldrinas no es dulce en absoluto, y lo único que imprime dulzor es la cobertura de azúcar en polvo con la que se embadurnan. A nuestro gusto, esto las hacen más ligeras y digestivas que otros dulces navideños.

INGREDIENTES

Para unas 35-40 mini-hojaldrinas

600gr. de harina

400gr. de manteca de cerdo

50gr. de zumo de naranja

50gr. de vino blanco

Ralladura de 3 naranjas

Azúcar glass

Una pizca de sal
PREPARACIÓN

Parece mentira que lo único que nos separe de una bandeja llena de hojaldrinas artesanas sean un puñado de monedas y un ratito. Jamás algo que parecía difícil y todo un misterio de los surtidos de mantecados de todos los años, ha resultado ser tan sencillo de hacer.

Empezamos mezclándolo todo excepto el azúcar en un recipiente. Podemos utilizar los ganchos de amasar de nuestra mezcladora o podemos hacerlo directamente con las manos. Tarde o temprano nuestra masa acabará compactándose y será necesario trabajarla a "mano". Olvidaos si pensabais que no íbais a mancharos en esta ocasión.

Cuando esté todo bien integrado, haremos una bola compacta con ella y la "filmaremos". No, no hace falta que vayáis corriendo a por vuestra cámara de vídeo para grabarle un corto. Nos referimos a que abráis el cajón donde guardáis el film transparente que utilizáis para guardar el chopped en el frigorífico, y lo uséis para envolver la bola de masa. Llevaremos nuestra masa filmada a la nevera durante al menos una hora, aunque en nuestro caso la mantuvimos durante tres y salieron perfectas. Reservad un poco de film para envolveros las lorzas y sudar los excesos durante la cuesta de enero.

Tras el reposo en la nevera, espolvorearemos un poco de harina sobre la mesa de trabajo y extenderemos la masa con un rodillo. Y ahora viene la parte curiosa: para conseguir las capas hojaldradas del interior, hay que doblar la masa en tres partes, de forma que éstos dobleces queden apilados como un folleto del restaurante chino de la esquina. ¿Queréis un ejemplo? Sentaos recostados sobre el sofá y fijaos en lo que hacen las roscas de la tripa. Pues casi igual.

Volvemos a pasar el rodillo aplastando vilmente los dobleces para obtener de nuevo una única masa de aproximadamente un centímetro de grosor y ¡Tachán!, técnicamente el asuntillo hojaldrado ha quedado resuelto.

Ahora sólo tenemos que cortar la masa estirada en porciones rectangulares y colocarlas en una bandeja con papel de horno teniendo cuidado de dejar un poco de separación entre ellas, ya que se expandirán un poquito. Mientras, vamos aprovechamos para ir precalentando el horno a 180ºC.

Tras unos 40 minutos a 180ºC estarán horneadas y doradas. Si no os fiáis, sacrificad una partiéndola por la mitad y observad si están suficientemente cocidas en el interior. Si es así, podréis ver las capas perfectamente definidas y sin partes blandas. Entonces las sacamos a una rejilla y antes de que se enfríen completamente, las rebozamos en azúcar glass, azúcar glacé, azúcar lustre, icing sugar o como sea que lo conozcáis allá por donde viváis. Habrá que hacerlo con cuidado porque aún estando calientes son especialmente quebradizas y blanditas. No queremos accidentes a estas alturas, ¿verdad? La grasa caliente, aún estará lo suficientemente fluida como para que se adhiera con facilidad.

Una vez frías y antes de servirlas aprovecharemos para espolvorearlas una vez más en el azúcar y entonces estaréis listos para sacar los licores, la zambomba y para entonar vuestro mejor acento de "Pablo Escobar" mientras os llenáis la boca y la cara del único vicio al que somos adictos: los carbohidratos.

¿Queréis hacerlo PRO? Probad a fundir un poco de chocolate de cobertura, y a sustituir el azúcar en polvo por un baño de chocolate caliente, dejándolas enfriar durante unos minutos en la nevera.

Fin del misterio. Ahora sois los ninjas de las hojaldrinas. Usad este conocimiento con sabiduría.

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