La receta que os enseño hoy es de esas de “voy a aprovechar los restos de X que me han quedado”. Tenía un poco de almendra molida que me sobró no recuerdo muy bien de qué y que cada vez que abría el armario estaba allí mirándome y diciéndome “¿me vas a usar ya o me voy a casa del vecino a ver si me aprovecha?”
Seguramente por poca inventiva no se me ocurrió nada más para preparar con ella que unas galletas.
Una vez hechas veréis que son como panellets pero más crujientes. Es que saben igual, me quedé a cuadros cuando las probé, pero crujen y mira, me pareció gracioso notar crujir unos panellets.
Galletas de almendra
Para unas 30 galletas:
250 grs. de almendra marcona molida
100 grs. de azúcar blanco
Ralladura de medio limón
1 pizca de canela en polvo
2 huevos
1 pizca de sal
azúcar en polvo para decorar
Separamos las yemas de las claras de los dos huevos. Batimos las claras a punto de nieve con un poquito de sal. Incorporamos el azúcar poco a poco y seguimos batiendo hasta que esté totalmente mezclado
Añadimos la ralladura de limón y la canela. Luego agregamos la almendra molida y lo mezclamos con una espátula, intentando que no bajen demasiado las claras.
Nos mojamos las manos y hacemos bolitas de la masa que cabe en una cuchara de sopa, aproximadamente. Las aplastamos un poco y las ponemos en una bandeja de horno y las pintamos con las yemas de huevo batidas. Espolvoreamos azúcar en polvo y las horneamos a 170ºC durante 5 minutos.
Para darles este toque rústico con la capa superior agrietada, cuando hayan pasado los 5 minutos y con mucho cuidado de no quemarnos, las aplastamos un poco. Lo podemos hacer con los dedos con cuidado o con un par de cucharas. Lo importante es que es agriete la capa superior y quedarán más bonitas.
Horneamos a 70ºC durante 45 minutos. Tienen que quedar bien secas. Luego las sacamos del horno y las ponemos a enfriar sobre una rejilla